martes, 23 de noviembre de 2010



Publicado por la Editorial Paradiso, acaba de salir el libro “De Alfonsín al menemato (1983-2001)”, el volumen VII de la colección "Literatura argentina del siglo XX" dirigida por David Viñas. En él se encuentran ensayos críticos sobre la producción literaria del período que va de 1983 a 2001. La literatura y cultura argentinas del período se lee en consonancia con el retorno a la democracia en la década de los ´80´, la implantación de las políticas neoconservadoras durante los últimos ´90´, bajo la presidencia Carlos Saúl Menem, hasta la crisis de diciembre del 2001 y el cuestionamiento de la ciudadanía de la representación política que marcó un punto de viraje en la historia argentina contemporánea. Compilado por Rocco Carbone y Ana Ojeda, el volumen colectivo reúne importantes trabajos críticos de Edgardo H. Berg, Domin Choi, Maximiliano Crespi, Jung Ha Kang, Guillermo Korn, Irmtrud König, María Pía López, Ilaria Magnani, Diego Molina, Graciela Montaldo, Isabel Quintana, Jorge Quiroga, Eduardo Rinesi, Rosana López Rodríguez, Dardo Scavino, Laura Vázquez y Marcos Wasem.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Presentación de "Papeles en progreso"



El libro que vamos a presentar, Papeles en progreso. Usos y relectura de la tradición en la literatura argentina, fue publicado este año, en octubre del 2010. El volumen forma parte de una serie de intervenciones críticas y reproduce, parcialmente, las discusiones, las especulaciones, las hipótesis de lectura y los diálogos que mantuvimos, en reuniones de trabajo y en comunicaciones electrónicas, a lo largo de un año, aproximadamente, aunados como integrantes de un proyecto de investigación de la UNMdP.
La lucha por y contra de las tradiciones constituye una parte fundamental de la actividad cultural contemporánea. Como delegación de un archivo, como carta fechada a destiempo, como un sueño suspendido entre dos tiempos, como un eco vago de un fraseo o como una melodia discontinua que resuena a borbotones, la tradición o mejor el uso de las tradiciones en nuestra etapa contemporánea, siempre deja el rumor de algo que viene migrante y es de ningún lugar. Y este libro intenta pensar el tráfico y el intercambio de los discursos a partir de una relación palimpsestuosa con la tradición.
Papeles en progreso retoma las variables de un imaginario nacional en una sucesión de cuadros y escenas, anudadas en bucles y lazos, lazos desatados y vueltos a atar, escenas interrumpidas y otra vez conectadas, como una road movie vertiginosa y siempre desplazada. La transmutación de los valores y de las jerarquías, la apuesta de una literatura emancipada a partir de la permutación de un paradigma estético (ideológico y clasista) y la disolución del sistema normativo de las bellas artes, es el recorrido que traza Pablo Montoya en su ensayo. Joaquín Correa se detiene en la tarea del antolólogo, en Walsh, como forma de distanciamiento del pasado literario y cifra del libro “extraño”. Extranjero frente a la tradición heredada, allende y situado fuera de campo, Walsh prepara en la reunión de textos completos, distanciándose claramente de la antología fragmentaria del cuento fantástico de Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo, la literatura del porvenir. Nancy Fernández prefiere ver las imágenes alucinadas y oníricas de la lectura vanguardista de Zelarayán y la lengua filosa de los hermanos Lamborghini que, como un sueño o una partida de truco y un desafío, expande los tonos de la violencia que modula los comienzos de la serie cultural argentina, salpicada por el viscoso caldo de sangre. Fabián Soberón descubre las relaciones descentradas y equívocas con los modelos del género policial, en el traspaso del uso literario y del cinematográfico, en la relación entre Juan José Saer, Ernesto Mayo, Sergio Renán y Pablo Trapero. Joca Wolff apuesta al encuentro inesperado e imprevisible, entre el pringlense Arturo Carrera y el carioca Arthur Omar, entreverando el trazo deslumbrante y eficaz de una fotografía y un poema, en el momento en que la palabra y la imagen adhieren a la certeza de una epifanía. Sebastián Hernaiz recorre las revistas literarias de los últimos noventa como formas veladas de la autobiografía cultural y bancos de prueba y laboratorios de la crítica, que en sus postulaciones más acertadas reformulan el estatuto literario y privilegian la constitución de nuevos objetos culturales y la apertura de lo literariamente legible. Daniel Nimes se arriesga en transitar por una poética ingobernable y difícil de rotular, en Fabián Casas, que sin embargo, más allá de la presunta poda y corte de raíces, en un ensayo bonsái, articula ficciones de simulacro de origen e inscribe el cruce de series, en un diálogo desplazado con la tradición. Daniel Mesa Gancedo experimenta de los límites de lo comunicable en La intemperie de Gabriela Massuh, los pliegues porosos de una novela que problematiza la noción de esferas diferencias y articula una economía informal y en constante flotación. Uniendo, de este modo, las escenas del flirteo amoroso, mediadas por el chat y los emails, y un mundo social y político que se derrumba y se desmorona hacia el año 2000. Como metáforas de una lógica del traspaso y al modo de un sampleado, estas son algunas de las imágenes y escenas móviles que se despliegan en el libro.
Los autores de Papeles en progreso. Usos y relectura de la tradición en la literatura argentina preferimos pensar este libro como un cuaderno de notas o apuntes deshilachados y previos. Como si pudiéramos esparcir del convite literario las migajas críticas de un libro futuro. La demora y la dilación de esta relación pasional con los objetos de lectura, si se quiere, son un desvío hacia delante, un punto de avance.


Edgardo H. Berg (Mar del Plata, 14 de noviembre de 2010, Sala José Hernández, 6º Feria del Libro de Mar del Plata, Puerto Lectura).

viernes, 12 de noviembre de 2010



VI Feria del Libro “Mar del Plata, Puerto de Lectura”
Mártes 16 de Noviembre
16 HS. SALA JOSÉ HERNÁNDEZ
CICLO IDENTIDAD, EDUCACIÓN Y CULTURA
Presentación del libro “PAPELES EN PROGRESO”
a/c de EDGARDO BERG (Director), JOAQUIN CORREA, NANCY FERNÁNDEZ, PABLO MONTOYA, DANIEL NIMES, DANIEL BAINO.
Organizan: UNMDP y Asociación Identidad Sur

sábado, 9 de octubre de 2010

JOSEFINA LUDMER


Josefina Ludmer deslumbró en Mar del Plata. Nos debiamos una charla pública con ella y tuvimos la ocasión de invitarla, escucharla y dialogar en un productivo encuentro entre alumnos, docentes y graduados. Esto fue el viernes 8 de octubre en la Facultad de Humanidades de la Unmdp. La conferencia se llamó "Lo que viene después" y giró alrededor de cuestiones que desarrolla en su último libro, Aquí América Latina. Una especulación (Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2010). De esto se trata cuando los objetos culturales, mas lejos de las modas que del presente real, generan polémica e interrogantes: cuando todavía se busca pensar.

lunes, 27 de septiembre de 2010



Papeles en progreso. Usos y relectura de la tradición en la literatura argentina, Edgardo H. Berg (comp.). Mar del Plata, UNMdP, Octubre de 2010.

“Esbozos. Exploraciones. Tentativas. Ficciones especulativas. Las notas y artículos de este libro pretenden abordar las operaciones, los modos de leer y producir sentidos en algunos textos de la cultura argentina contemporánea. Diseñar nuevos contornos en los modos de pensar y de procesar los materiales de una economía literaria: los tráficos e intercambios discursivos, los anclajes de los sistemas de enunciación, las apropiaciones y los usos. Los autores de este volumen prefieren pensar este texto al modo de un cuaderno de notas o apuntes deshilachados y previos. Como si pudiéramos esparcir del convite literario las migajas críticas de un libro futuro. La demora y la dilación de esta relación pasional con los objetos de lectura, si se quiere, es un desvío hacia adelante, un punto de avance" (fragmento de Papeles en progreso).

En octubre de este año comenzará a circular un nuevo libro compilado por Edgardo H, Berg, bajo el título de Papeles en progreso. Usos y relectura de la tradición en la literatura argentina, con trabajos de Pablo Montoya, Joaquín Correa, Nancy Fernández, Fabián Soberón, Jorge Wolff, Sebastián Hernaiz, Daniel Nimes y Daniel Mesa Gancedo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Revista Grumo

INDICE GRUMO 8


ANACRONISMOS
Dossiê
Presentación| Apresentação
Violencia política, autobiografía y testimonio
Leonor Arfuch
Itinerarios. Sobre Cómo miran tus ojos de María Soledad Nívoli y
Ausencias de Gustavo Germano
Jordana Blejmar
Viaje e invención de América Latina. Entre el pop y el neobarroco
Valentín Díaz
Restauração, restituição. Agamben entre arte e filosofia
Raúl Antelo
DOCUMENTÁRIO CONTEMPORÂNEO
Dossiê
Presentación: El cine más allá de lo real.
Diana Klinger y André da Paz
Sob o risco das imagens: a cena na cena
Cezar Migliorin
Memoria y olvido en el documental latinoamericano contemporáneo
Antonio Zirión
Jogos de cena: a indeterminação sob suspeita em dois filmes
brasileiros recentes
Ilana Feldman
RESENHAS
Sobre Telquelismos latinoamericanos. La teoría crítica francesa en el
entre-lugar de los trópicos, de Jorge Wolf
Juan Mendoza
Sobre Estive em Lisboa e lembrei de você, de Luiz Ruffato
Paloma Vidal
Sobre Subjetividades em devir: estudos de poesia moderna, de Celia
Pedrosa e Ida Alves (org.)
Antonio Andrade

Poesía Plebella

PLEBELLA Nº 20

20 números, una fiesta, no?


visión de lento bisonte...

la luz más insumisa

reynaldo jiménez

o sea (poema)

por Reynaldo Jiménez

sentidos sin más perseguir (entrevista)

por Ankh, Freschi y Bustos

perseguir el eco que nos precede

por Juan Salzano

actividad del azogue

por José Kozer

segelín

por Ha Sar Kar

reseñas

la indefensión

Reynaldo Jiménez

por Mariano Massone

Molestando a los demonios

Daniel Samoilovich

por Valeria Melchiorre

JLG/JLG

Jean Luc Godard

por Ana Guillot

ensayos murmurados

Arturo Carrera

por Nancy Fernández

glasé

Rocío Pochettino

por Celeste Diéguez

ultimos 55 min de la mañana

Juan Rearte

por Lucía Caleta

sembradores de fósforos

Cecilia Eraso

artes poéticas/aires contemporáneos

Gael Policano Rossi

Macky Corbalán

AP/AC on line

LOS ÉXODOS DE LA LITERATURA ACTUAL” (FRAGMENTO)



LOS ÉXODOS DE LA LITERATURA ACTUAL” (FRAGMENTO).

POR NANCY FERNÁNDEZ




Aquí América latina
Una especulación
Josefina Ludmer
Eterna Cadencia
2010





Aquí América Latina. Una especulación, el último ensayo de Josefina Ludmer funde la gran formación intelectual, filosófica y teórica que distingue a la autora, con un tono confidencial, secretamente compartido de su experiencia (del presente y del pasado) y de su memoria. Por ello, la ambigüedad entre la teoría y las notaciones autobiográficas, que analizan las marcas de la subjetividad contemporánea (la propia y la colectiva), constituye, de alguna manera, la coartada de este libro. Así, el registro centrado en los hechos políticos de los últimos ’90’ y la mirada de Ludmer detenida en la manifestación de los estados de su sensibilidad, dan cuenta de un corrimiento, tanto de lo que habitualmente conocemos como tesis y estudios, como también de la concepción de lo que la modernidad cultural definió como literatura. Si dar cuenta de la “¡Felicidad!” que le provoca cada encuentro con sus amigos puede sorprender en un estudio lúcido y sagaz de la cultura actual, el estado subjetivo, la manifestación de la intimidad da cuenta en la práctica del nuevo uso que dará a la escritura, marco desde el cual, la autora se dedica a mirar el mundo a partir de materiales, prácticas y políticas (arte, ciencia, medios, televisión, espectáculos, tecnología), de las nuevas comunidades sociales. Podría decirse que este, su último libro, asume una experimentación más radical con la escritura, tomando de los géneros (la crítica, el ensayo, el diario íntimo) como la materia prima del discurso donde coinciden lo público y lo privado. Lejos de abordar los productos culturales como algo dado y establecido, la problematización ahora y siempre fue en Ludmer, una cuestión de principios. Lejos de posiciones ahistóricas y dictámenes calificativos, Ludmer recorre y distingue etapas asumiendo sin prejuicios que el mundo ha cambiado. Es así que, sumergiéndose de lleno en el presente, va a hacer de las palabras, nociones y categorías, funciones adaptables a lo nuevo, evitando dogmas tanto de las modas como de los cánones del gusto. La década del 90´ y los siguientes años 2000 (momentos de la globalización, del neoliberalismo, las comunicaciones cibernéticas) son los segmentos que le permiten especular acerca de las formas que se instalan en un universo en movimiento perpetuo y efímero, allí donde las imágenes y palabras circulan para tomar cuerpo en la imaginación pública. Ludmer abre entradas (posibilidades de lectura), y uno de sus materiales es la literatura cuyo estatuto es el de realidadficción. Algo bien distinto a las ficciones de los 80´. A este lugar de trabajo anónimo y colectivo lo denomina fábrica de realidad y al proceso que borra toda separación entre lo público y lo privado, especulación, proyección utópica de nuevos modos de conocimiento, para lo cual quien piensa (quien imagina, quien explora, interroga y especula) necesita proveerse de nuevos instrumentos y de otra sintaxis. Si “el arte de la especulación” consiste en articular una gramática para las ideas de otros, en el tiempo y el espacio actual, la utopía de la expropiación (como en aquella primera de Tomás Moro) se completa con la concepción chomskiana del lenguaje que funciona como un dispositivo de aptitudes y mecanismos innatos (competence/performance), postulando una disposición genética hacia la producción igualitaria. Ludmer expone las paradojas de la realidad, cuyos síntomas o exponentes serán los nuevos sujetos sociales, nacidos y formados en esta era que no todo lo integra sin dejar despojos, deshechos, restos que no caben en el sistema (Bauman, Saskia Sassen). Así, cada cita personal (Matilde Sánchez, Martín Kohan, Ariel Schettini, Tamara Kamenszain, Héctor Libertella, Luis Chitarroni), serán los pretextos para pensar la ida y la vuelta a la Patria, pero también los nuevos territorios a partir de las modificaciones de la temporalidad y del espacio sin mediaciones para los nuevos usos productivos. Especular será constituir imágenes, potenciarlas en espejo donde la simultaneidad y la ambivalencia, la indiferenciación y la falta de mediaciones entre afuera y adentro (como marca de la visión moderna del universo), diagraman las políticas de la cultura y la afectividad de hoy. Entonces, como la “epistemología del anacronismo” de Didi-Huberman, Ludmer nos permite ver las conexiones y la vincularidad del presente, en constante desplazamiento y migración.
Salir de la esfera específicamente literaria, negar su autonomía al tiempo que se admiten las marcas de procedencia que hablan de su contexto (concursos, librerías, premios, recepción mediática), quiere decir reconocer el fin de un ciclo, allí donde las “literaturas” postautónomas no dejan de reconocer y utilizar el sistema que sanciona y otorga el crédito de la “visibilidad” (en términos de Kohan), aquel que legitima desde el mercado y la institución con prestigio y la pertenencia a un eje o a una formación. Por ello, Ludmer permite discernir entre el gusto y el valor, más allá de que este último ya no funcione como modelo de aceptabilidad y clasificación universal. En este sentido, impugnar la autonomía -y todo lo que sea separación de esferas- es restituir las cosas para el uso común, sin el aura de lo sagrado, ya que la concepción de arte autónomo preserva en cierto modo, un halo de religiosidad (Taussing, Agamben).
Las escrituras actuales no admiten clasificaciones literarias ya que su sentido es salir de la realidad y fabricar presente. Apareciendo como literatura (formato libro, autor, sistema de legitimación mediante premios, otorgamiento de prestigio sobre la base de los medios, concursos y demás) exceden la pertenencia taxativa al ámbito de la realidad o la ficción. Sin metáfora (al decir de Tamara Kamenszain) y surgidas de los cotidiano, estas “literaturas postautónomas” subrayan dos postulados insoslayables: todo lo cultural es económico y la realidad (construida desde los medios, TV, blogs, chat, Internet, e-mail, mensajes de texto) es ficción y la ficción es realidad (punto bisagra con el postulado anterior). Si la realidad es producida por los medios, las tecnologías y las ciencias, esta realidad no pretende ser representada porque ya es pura representación, que incluye al sujeto, al acontecimiento y su potencialidad. Se diría que asistimos al proceso de clausura de la literatura autónoma, abierta por Kant y la modernidad. Su lógica interna más las instituciones en las que se consolidó, ahora ceden el paso al fin de las esferas para reemplazarlas por el pensamiento de la inmanencia de Deleuze. A la pérdida de especificidad le sigue la pérdida de valor, en el sentido de que hoy la escritura pierde poder subversivo y funcionalidad crítica. Si el poema “Ruta” de Roberta Iannamico es un claro ejemplo de la ausencia de tropos y retórica, Cosa de Negros, de Washington Cucurto expone la voz de un narrador donde la ideología pasó a ser un elemento deliberadamente ambiguo.
Después de la década del 90´, se quiebra y desacraliza la unidad del sentimiento-territorio-lengua. Y son esas voces las que ponen en escena las reglas de la profanación en tanto abandono de suelo, nombre y lengua, sin que esto sea transgresión sino escándalo público. El libro cierra con el capítulo “El Imperio”, ahí donde Ludmer analiza sobre los relatos de migración, el pasaje de la nación a la lengua sobre las relaciones entre “territorio y lengua, nación y lengua, exilio y lengua, patria y lengua, imperio y lengua, mercado y lengua”. La película Bolivia de Adrián Caetano, lo muestra a las claras. La experiencia de caer tocando el límite de la lengua y del cuerpo es la de la “afectividad a la intemperie”, allí donde también se pierde la gramática y la comunicación.

lunes, 2 de agosto de 2010

Tres poemas de Ariel Schettini

"Los besantes" (1)


Mis amigos eligieron, para probar que el mundo no existe,
Un mediodía luminoso en un restaurante de Olivos.
Y resolvieron mediante un beso en público,
Que los amantes son lo único real del universo.

Yo ya lo sabía. No tenía necesidad del comentario
Y mucho menos de la demostración empírica.

Para probar que dos amantes
Se descubren a una verdad más real que lo real sensible
Refractarios a la vida y las costumbres
(Los modales son una mentira piadosa
Y ellos experimentaban con el fin de la historia)
Se besaron en un restaurante al mediodía
Entre la elección del menú y la llegada del servicio.

Yo hablaba con palabras
Urgido por establecer todo lo contrario.
Y sacaba temas nerviosos para que no insistan:
La actualidad, los viajes, todo lo inminente y de pasada.
(Ojalá no hubieran sido mis amigos)
Y desde ese planeta remoto de la soberbia enamorada
Los besantes echaban un vistazo a mi frivolidad
mundana y me incluían en todo lo perdido.
Todo lo que habían soltado de la vida y de la realidad
y de Olivos

Yo era testigo de esos besos repetidos
De los que salían íntegros e insatisfechos.
Pero para el resto de los comensales boquiabiertos, era un cómplice.
Sabía que querían probar más y que lo harían.
Y en la mudez estupefacta del restaurante de Olivos,
Se besaron, mientras yo buscaba en el menú algún plato envenenado
Para que ellos
O yo o el restaurante entero
estuvieran muertos

"La salud del Papa"


Confinado a las salas de El Vaticano, aún las más modernas son
Lóbregas y claustrofóbicas.
Más le valdría fijar residencia en
Una estación espacial
Y su bendición diaria orbite para los que desde lejos la esperan
Satélite, intermitente por la distancia y
Titilante por la rotación de la tierra.
Y a la hora de la muerte no lo depositen en la cripta
Común de los otros.
Necrópolis masculina donde moran ya suficientes Papas viejos
Hasta que los católicos concluyan, o más allá.
Un reporte diario en la página web donde se informe
la presión sanguínea, la dieta, la humedad, el ritmo cardíaco sería de máxima utilidad.
Conectado
a un sensor inalámbrico digital que se reproduce en la web
segundo a segundo.

Cada primavera carga una cruz por el coliseo romano
Y actúa en público la fatiga inmensa de los siglos de cristianismo,
O algo verdaderamente grave que lo perturba.

Esta noche de invierno,
Reunido con su pequeño círculo íntimo para tomar una sopa
O para el pequeño ágape que conmemora un episodio
Oficinesco que lo saca de la rutina, con sanguchitos
y masitas consagrados, de su panadería favorita de Roma,
El Papa y sus amigos, cuentan chistes, rezan un poquito por la bienaventuranza de esos
pocos de las oficinas vaticanas
Y se distraen mientras cae la tarde sobre el Tíber.

La salud de su santidad es cuidada por un grupo selecto de profesionales
confiables (todos católicos) y, por eso, sospechosos.
Deberían ser los mejores del mundo,
Porque él imparte su bendición Urbi et orbi sin reservas.
Pero son el cuerpo médico del Vaticano.
Si hubiera más dioses, a esta altura, tendría aliviado el trabajo por efecto de
Vestales, sacerdotes y todo tipo de ungidos en las materias diversas
que separan y ordenan la vida cotidiana.
Pero le tocó esta tarde pronosticada.
Desde ahí sólo se ve el futuro y el fin de las religiones.
Hizo siempre lo que supo para llegar hasta acá:
tramar conspiraciones, serruchar pisos, maquinar conjuras,
construir alianzas y solidificarlas con prebendas y canonjías,
para sostener el poder más raro y más seguro.
Hoy se siente indispuesto y mientras duda entre levantarse
O no de la silla
Se pregunta cuánta gente
Oró por él (contar las visitas a la página web no le rinde, por lo arcaico
y tecnológicamente iletrado de la feligresía)
y hasta qué punto es atinado descansar en la promesa de un grupo de monjitas pías
Que en audiencia privada
Garantizaron que rezan por su salud y por la paz en el mundo.
Un puñado de religiones monoteístas son, efectivamente, menos nobles que
Una creencia con muchos dioses.

Es inevitable, por lo vitalicio del cargo y el progreso de la gerontología,
que lo cuelguen del balcón
Hasta último momento, hasta apenas antes de la muerte, ayudado por
Esos que se relamen pensando en el cargo vacante
(hasta hace poco, él mismo fue parte del grupo)
Y sabe que a cada segundo que una de sus fuerzas declina,
Se abre una grieta reparada por la mano de un ayudante de cámara
Tendida, franca.


"La Media Sombra"


Cuando la noche cae soy otra.
Porque el día es otro y porque cuando el día cae, es la noche.
El día, la noche. El di, la no.

Pero pude haber dicho: cuando el día cae,
Exánime como queda por haber sido día todo el día,
Viene la noche y lo transforma,
Como si fuera un bicho, un animal una bestia noche feroz se levanta
Y el día ya no es el día, es la noche.

El proceso se llama la media sombra.
Las plantas dejan de liberar oxígeno y comienzan a darle carbono al aire, la media sombra también ataca.
como un manto cae como una bestia, la media sombra.
Soy una araña pollito, o una tarántula que hace de la oscuridad su tela.
Que teje durante el día lo inevitable de la noche.
Dejo de respirar, a la media sombra nadie respira, como una araña.
Le das lo que quiere, la ponés en ese estado y así seducida, deja de respirar.

La parálisis del sistema nervioso, dicen, no les impide comprender.
Ponen cara de nada pero lo entienden todo.
Como una araña, que nadie vio jamás respirar, te acercás a la presa que está extasiada, o muda o impresionada o: Fascinada por el efecto de la media sombra.
Y caes sobre ella como una manta raya, con un aguijón en la boca dejás que el fluido penetre las vías respiratorias y paralizás el sistema nervioso central.
¿canto algo? ¿cantaré La Sonámbula cuando te penetre?
Te canto algo como una araña cantora que te fascina. Oíme.
Así empezamos. Yo te canté algo mientras estabas en lo oscuro,
en la penumbra del auditorio,
te vi y empecé a pensarte, yo araña y vos presa de mi tela,
de la voz de mi tela que desde el escenario se tejía como un arma de saliva..

A veces construyo el momento como en un teatro, como un teatro antiguo, donde sos el único oyente y las luces se van perdiendo. Sólo mi voz te sostiene y te fascina, mientras te canto y veo que por mi voz, dejás de respirar.

¿Cómo tomó conciencia Jesús de su materia divina?
¿se enteró un día? ¿o fue un proceso, como quien dice, de aprendizaje?
Iba juntando evidencia en su cuerpo una por una: hoy un milagro,
otro día una revelación y
finalmente un día se plantó y dijo: “soy yo el redentor”.
Como una planta, tampoco conozco el trámite:
¿Cómo pasa la planta de liberar oxígeno chupando dióxido de carbono a hacer exactamente lo inverso?
¿Es un proceso de molécula a molécula? ¿O es una catástrofe de todos los días en las que el sistema nervioso central de la planta (sus nervaduras) deja de producir oxígeno en masa y pasa a envenenar?
Yo sé que en un momento soy una y a la media sombra soy otra.
Y cuando comprendas de qué se trata lo mío,
vas a venir, sin respirar, mudo y fascinado a mis patas

Como la manta raya se apoya sobre la presa para cubrirla,
porque es un milagro, dejar de respirar.
como la araña va a su presa muda con el sistema nervioso central paralizado,
ni viva ni muerta: fascinada.
Si la presa muriera, dejaría de ser un bocado para la araña.
La desecharía de asco por lo podrido.
Es que a cierta hora del ocaso,
a la media sombra de la noche,
oíme,
soy un animal.

Nota

(1) Los poemas pertenecen al próximo libro del autor "El dedo de Galileo".

viernes, 25 de junio de 2010

SOBRE GABO FERRO, por PABLO MONTOYA

AMAR
Usted, al despertarse esta mañana, /vio cosas, aquí y allá, objetos, por ejemplo. /Sobre su mesa de luz /digamos que vio una lámpara, /una radio portátil, una taza azul. /Vio cada cosa solitaria /y vio su conjunto. /Todo eso ya tenía nombre. /Lo hubiera escrito así. /¿Necesitaba otro lenguaje, /otra mano, otro par de ojos, otra flauta? /No agregue. No distorsione. /No cambie /la música de lugar.
(Joaquín Gianuzzi)

La fruta que disfruto
http://www.youtube.com/watch?
No habra cancion de amor mientras vos estes cerca/porque el amor se cierra cuando hay algo que aterra//La fruta se abre sola si la muerde la boca,/se defiende, se cierra, se envuelve si un cuchillo la corta//Un cuchillo desgarra, mata la fruta, la ahoga./La boca viva la abre; un cuchillo deshonra.//Si comer se pudieran las rocas y la tierra/con mi boca seguro esas cosas se abrieran//Mas las frutas en frente de tu cuchillo se cierran/Su piel, carozo y pulpa frente a tu boca enferman/y tienen pesadillas al soñarse tragadas por tu garganta sucia/por ser tuya; por nada/No se cierra la fruta por nada,/la fruta que disfruto me disfruta./Con vos la fruta muere loca; estrangulada.
La noche es una uva abierta entre los dientes de un niño. La noche, es una uva abierta entre los dientes de un niño, por tu garganta sucia, por ser tuya, por nada. Más que decir de gabo pareciera quizás un poco más preciso hablar de una voz, que surge, acontece y estalla en un mismo movimiento: instaura, vamos a decirlo con otras palabras, algo más, un excedente que recorre la palabra pero sólo si nos detenemos a pensar, sólo si nos podemos detener a pensar en una especie de préstamo de literalidad para esa denominación que existe en la medida de su diseminación: recorre, la palabra, y deja lastre,: Alejandra hablaba del lugar de la fusión y el desencuentro (Alejandra Pizarnik, El infierno musical), gabo, ¿importa señalar si en una misma dirección?, acuna imágenes; pero para pensar en el verbo acunar es necesario, en el caso de gabo, imaginar la mano/voz de una madre/dios, que pide un techo desde la más absoluta oscuridad, soledad, borramiento del sujeto, voz, suave, silencio, voz, silencio; imaginar también, la ternura, y para decirlo de una vez por todas, la eventualidad de epifanía: quizás en este instante podemos distinguir, imaginemos una mano, que a la vez es voz, y aquí, me parece, que por un lado se empieza a circunscribir, muy levemente, lo que alguien, hablando de otra cosa, denominó imagen-movimiento: los recuerdos son reflejos, de espejos turbios, torcidos: hemos descubierto que el yo no es una sustancia homogénea. Especular, del latín speculatus, que significa espejo.
Acuna imágenes, decíamos, imagen-movimiento: hablamos, de la composición escénica, pero podríamos decir también, en búsqueda de la misma referencia, eventualidad de epifanía: en varias ocasiones hicimos referencia al modo en que el silencio se ejerce dentro de algo que corroe los parámetros de la canción para devenir acontecimiento: del mismo modo que el espacio para la palabra poética, la canción, pensada en su integralidad funciona como el negativo del silencio: en las canciones de gabo las palabras son espejos, y la música, la epifanía del sentido pero también su diseminación. El lugar de la fusión y el desencuentro, nunca es eso lo que uno quiere decir: voy a pedirte un favor, hablemos en voz baja (vale decir, desde este lugar que la composición escénica de las representaciones –porque los recitales de gabo son re-presentaciones – no sólo acompaña a la canción: ES, parte, de la canción; piglia decía sobre macedonio o las vanguardias, hablaba de una operatoria que consistía en construir la mirada artística antes que la obra) voy a pedirte que si el recuerdo vuelve con la misma consistencia que la cosa fugada dejó, como una huella/humo, al irse…; si vuelve así, que no sea como respuesta a un deseo sustentado en la necesidad de cubrir una carencia o de llenar un vacío: para que lo imposible se vuelva posible, el ejercicio de la palabra poética no alcanza entonces, aparece un tono en donde la voz circula o interviene a contramano de la historia o del tiempo, “que vuelvan los que han partido” o lo que es lo mismo, pero necesariamente más despacio y más bajo, “el amor perdido”
Este breve racimo de uvas rosadas pertenece a otro reino. Yace, sobre mi mesa, en la fría integridad de su peso terrestre, mientras yo permanezco silencioso, imposibilitado de oponer mi vida a su carnal exuberancia. Casi con horror admiro allí la dura tensión del agua hacia la piel mortal como una realidad insoportable. He aquí un remoto acontecer: todo transcurre del otro lado, fuera del rumor insensato de la existencia humana. Comprendo que hay un límite cuyo paso en el tiempo me está vedado de modo que el puro conocimiento sólo cabe en la mera travesura de la mente. Más allá está la misma tierra a la que regresamos como extraños; en el racimo de uvas rosadas yace la imagen de otro regreso y este enigmático existir dulcemente en el rosa tiende a cumplir el ciclo que comenzó, radiante, en el verde lejano.Otros días transcurren aquí, en otro espacio que colmó la inutilidad de una vida ocupada. Ajenoa la región de las uvas permanece mi estupor desalentado; pero nunca la esperanza tuvo mejor imagen que esto: la travesía del límite que da a lo secreto vendrá de la misma costumbre de la luz con que las uvas rosadas van a entrar en la muerte.
“Qué cosa extraña el recuerdo/ recuerda raro el olvido// no me muestra lo que tengo/ me muestra lo que tuvimos”
Los recuerdos son reflejos. http://www.youtube.com/watch. La noche es una uva abierta entre los dientes de un niño/que cuando saca la lengua chorrea noche, chorrea vino./Un vino oscuro que al sol se hace el aire que respiro,/intoxica la memoria, distorsiona lo vivido.(silencio)/Voy a pedirte un favor,/despabilame si pido que vuelva/looooo que se ha ido,que se aquiete lo movido,/que vuelvan los que han partido, / Tono macro-historia que vuelva el amor perdido, / “ microlos recuerdos son reflejos de espejos turbios torcidosQue cosa extraña el recuerdo, recuerda raro el olvido,no me muestra lo que tengo, me muestra lo que tuvimos.

TEMER

Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar despacito en el desfiladero que reconduce hacia mi desconocido que soy, mi emigrante de sí. Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que se aloja en mi respiración. Y cuando por la mañana temes encontrarte muerto (y que no haya más imágenes): el silencio de la compresión, el silencio del mero estar, en esto se van los años, nube, cielo, cielo nube y cielo, nube, cielo, cielo nube y yo. Más que una genealogía del deseo/ sujeto lo que perseguimos, entonces, es su huella: nube-cielo, si expresan algún grado o modo de reciprocidad es solo en un punto determinado de la sucesión temporal, que por otro lado se aísla a instancias del quehacer de la memoria: se aísla y se disgrega, se desvanece, pero al costo de alcanzar un grado inusitado de nitidez: la palabra poética abandona o desdice su mero sustento lingüístico, y de todos modos ahí se ejerce, en el grado cero de la distancia que habla del vínculo que existe entre música y poesía; pero para decir de ese vínculo es indispensable hablar de la traición y eso, quizás, es algo de lo que aquí se está jugando: nube, NO cielo, nube-trueno. La confusión deja lugar al vacío, y desde este lugar entonces la canción hace su juego, porque acompaña o promueve el ritmo en que circula el sentido, se desintegra con la pretensión de imitar el silencio o ni tan siquiera el ritmo de la respiración: allí, la música y sus imágenes; allí, el silencio.
Hay un camino abierto por el romanticismo que encontraba en la imagen visual por un lado, y en el poema en prosa por el otro, las matrices formales de aquello que en las poéticas sesentistas devendrá estrategia/ política de escritura: lo “real experiencial” es llevado al grado de la vida cotidiana y pasa entonces a integrar la materialidad poética: así, se socaba de este modo un pretendido efecto de traslación, pasible de ser ubicado en esa distancia que separa a la conformación de una determinada imagen visual de su materialización escrita.
las distintas canciones, en términos formales, le imprimen a la escritura una carga semiótica que no se presenta al lector/escucha de otro modo que no sea la insistencia, es decir, una forma de producción del sentido que excede los marcos conceptuales establecidos por el lenguaje e intenta ir un poco más allá, por medio de soportes –como el tono, un determinado tipo de registro, de respiración o de sintaxis- paradójicamente evanescentes y precisos a la vez: nube, cielo, nube cielo y yo.
Nube y cielo http://www.youtube.com/watch?
Tanto tiempo confundi a la nube con el cielo,/todo el tiempo que dormi; todo el tiempo/Nube, cielo/Cielo, nube y cielo/Nube, cielo,/cielo nube y yo./Mientras dormia la nube se ibaa ser parte del cielo de otro que no dormia/Nube, cielo/cielo, nube y cielo/Nube, cielo/cielo, nube y yoY asi vivia/tomando a la nube como el mismo cielo/Hasta que un dia se conmovio el truenoy me desperto antes que cubra la nube al cielo/Trueno!/cielo, nube y cielo/nube trueno,/cielo, nube y yoDesperte y vi que donde debia estar la nube,/habia colores y otro calor,/habia perfumes y habia un soltrueno, cielo, nube y cielo/Nube, trueno,/cielo, nube y yo./Volves, lloves, lloras, contasque no podias olvidar la luna,/que soy tuyo, que me amas,/que el cielo cambia, la nube jamasTrueno, cielo, nube y cielo/Nube, trueno/cielo, nube y yo/Me acaricias y reclamas volver a ser todo mi cieloPero nube... ¿es que no ves/que ahora conozco el sol y el cielo?/Nube, trueno,/cielo, nube y cielo.Nube, trueno, cielo, nube y yo/Nube quedate pero ya no me creo que sos el cielo,/ya no me pierdo el calor del sol,ya no me pierdo el color del cielo/Nube, trueno/cielo, nube y cielo/Nube, trueno,/cielo nube y yo/Nube...Trueno!!/Cielo, nube y cielo/nube, trueno,/cielo, nube y yo.

PARTIR

Más que la visualización -y no porque no exista una visualización sino porque se trata de una paradójica insinuación de aquello que la efectúa y se fuga en el mismo movimiento- de un sentido lo que se produce es la percepción de su acontecimiento, que es lo mismo que su paso, cuando lo referencial siente cómo se va evanesciendo su progresión lineal, y cómo la escritura/música deja de ser mero soporte de la significación. Desplazamiento referencial entonces no sólo en relación al contenido, sino fundamentalmente con respecto al uso: más que intrínseco, el valor de las palabras se efectúa en la relación que entre sí las une, pero también en la relación que las vincula con el espacio en que intervienen. Pergeñar un efecto de sentido que se incrusta en nuestra percepción, como decíamos, la modifica, y en un momento distinto –eventualmente posterior- a aquel en que circulaba por la imagen, deviene resto, ceniza, desde una temporalidad que no progresa linealmente sino que acontece, por decir, en suspenso: resto, ceniza, desecho, en primer lugar implica la posibilidad heterónoma de resignificarse en función de la diversidad de lecturas/ escuchas y de su propia variabilidad (lo que decía, construir la mirada artística antes que la obra: la escritura poética vendría a establecerse en tanto inminencia y eventualidad de su figuración de artefacto, es decir: dispositivo semiótico que funciona en y desde el ejercicio de la lectura/ escucha. Y en el caso de Gabo como decíamos también, percepción escénica.
Me habían prometido un silencio como fuego, una casa de silencio. Posesiones no tengo (esto es seguro; al fin algo seguro). Luego una melodía. Es una melodía plañidera, unos ojos verdes, la inminencia sin destinatario. Veo la melodía.
Sin tu mirada no voy a saber vivir, te suscito. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.
Memoria/ recuerdo/ fuego: otra vez, si se permite el uso, el verbo/carne: fuego. De nuevo, porque para decir del vínculo de la palabra con la música es necesario hablar de traición: el sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos: a un cuerpo traidor no lo quiere ni el diablo.
¿Era preciso decir acerca del agua, o apenas nombrarla? De modo de atraerse la palabra agua para que apague las llamas del silencio? El lenguaje silencioso engendra fuego. Lo quema en mi memoria, y en la de los recuerdos. Ardiéndolo en el aire la tierra lo agradece, no tendrá que podrir lo que podrido viene. Ahi va, tu cuerpo al fuego ahivá.
El silencio se propaga, el silencio es fuego.
Ahí va tu cuerpo al fuego
http://www.youtube.com/watch
Ahi va; tu cuerpo al fuego ahi va Ahi va tu cuerpo al fuego. Que lo consume pronto, lo acaba sin tocarlo porque a un cuerpo traidor no lo quiere ni el diablo.Ni el diablo, ni su fuego, ni el barro de un pantano pues a la vida que ahi vive tu cuerpo le da asco. Ahí va; tu cuerpo al fuego ahi va. Ahi va tu cuerpo al fuegoLo quema en mi memoria y en la de los recuerdos de las historias sanas y de todo lo bueno. Ardiendolo en el aire la tierra lo agradece, no tendrá que pudrir lo que podrido viene. Ahí va; tu cuerpo al fuego ahí va. Ahi va tu cuerpo al fuego. Ahí; tu cuerpo al fuego ahí va. Ahí va tu cuerpo al fuego.

lunes, 14 de junio de 2010

PRINGLES 2010. Poesía y paisaje



CONVOCATORIA:


Estación Pringles, con el auspicio de la Fundación Príncipe Claus para la Cultura y el Desarrollo y la colaboración de la Dirección Gral. de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, convoca a cuatro poetas depaíses iberoamericanos, menores de treinta y cinco años, a experimentar de un modo literario, en plena pampa, lo que Machado y Ortiz volvieronexperiencia tangible en sus libros Soledades, Campos de Castilla, Nuevas canciones (A. Machado) y En el aura del sauce (Juan L. Ortiz).
Los manuscritos de la experiencia realizada (poemas, relato breve o diario poético) integrarán un volumen que será publicado en coedición con Editorial Mansalva y que llevará como título Prueba de soledad en el paisaje.
La experiencia tendrá lugar en el Espacio Quiñihual, ubicado en un paraje rural a 550 km. de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, durante el mes denoviembre de 2010. Bases y formulario de inscripción disponibles en http://www.estacionpringles.org.ar/

jueves, 6 de mayo de 2010

SEMINARIO GABO FERRO




Sabado 8 de Mayo, 17hs
Seminario Gabo Ferro,una voz en proceso:diferencia y tradición.
Este Sábado 8 de mayo, a las 17 hs, arranca el Seminario sobre Gabo Ferro. De entrada libre y gratuita. Seminario de extensión organizado por Astier, Alumnos de la Facultad de Humanidades UNMdP en conjunto con el Grupo de Investigaciòn "Literatura, polìtica y cambio".
Entrada libre y gratuita.
Cronograma:Sábado 8/05 Letras: Nancy Fernández; Edgardo Berg.
Sábado 15/05 Filosofía: Ignacio Martincic
Sábado 22/05 Política de medios, distribución, la obra en el mundo moderno: Soledad D´Antonio.
Sábado 29/05 Política de género(s): Fabián Iriarte
Sábado 5/06 Historia: Benjamín Rodriguez y Alejo Reclusa.
Sábados 12/06 y 19/06 A confirmar aún. Artes plásticas y música.
Sábado 26/06 Cierre.
Unidad 1: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”: Capitalismo y Modernidad: Disolución y caída de las tradiciones epistemológicas sustentadoras del concepto de Modernidad. La poética del Capital y sus efectos en la narración: hibridez genérica y tradición.
Unidad 2: La prolijidad de lo real: Poesía y política: la respiración adorniana que habita esa relación, forma y contenido como engendramiento de la fórmula. Historia y escritura: el uso de la microhistoria como efecto metonímico del tiempo en relación a la Historia mayor que lo engendra.
Unidad 3: Volver al jardín: Memoria y tradición: el silencio como forma de un contexto, las voces de la derrota o el olvido que refluyen en el pensamiento a partir de su carácter de artefacto.Los Esperamos!--El Galpón de las Artes
Jujuy 2755 - Mar del Plata - Argentina
tel: 54 0223 496 4030

martes, 20 de abril de 2010

PLEBELLA

Ya salió el número 19 de la revista Plebella. El número contiene una maravillosa y exclusiva prosa inédita de la poeta Amelia Biagioni, acompañada por un ensayo sobre su obra realizado por Valeria Melchiorre, compiladora de su poesía completa. Además una extensa entrevista al poeta argentino Javier Adúriz, junto a poemas inéditosy una conversación entre los peruanos Roger Santivañez y Reynaldo Jiménez. Mariano Massone escribe el ensayo El Cuchillo de Abraham y publicamos algunos de sus poemas de Nomadismo Hermético. Celeste Diéguez cuenta en Sembradores de Fósforos la génesis de su libro La Capital y Verónica Yattah y Lucas Soares responden la encuesta Artes Poéticas/ AiresContemporáneos (poemas de Lucas y de Verónica pueden leerse ya mismo enwww.plebellacontemporanea.blogspot.com). Reseñamos libros de El mal paso y Cilc, Leopoldo Castilla, Jorge Naparstek, y la novela de Blanca Lema. Suscribite ya! Es muy fácil!

martes, 13 de abril de 2010

BAZAR AMERICANO

Se actualizó Bazar Americano, el sitio web de Punto de Vista dirigido por Ana Porrúa.
http://www.bazaramericano.com/ (Zelarayán,Bellatín, Bignozzi, Schettini, Ríos y más)

viernes, 9 de abril de 2010

CRITICA CULTURAL

Salió el esperado número de la revista digital producida en Brasil, Critica Cultural, con un volúmen 2 de interés general en lo que hace a la cultura iberoamericana. Sin olvidar la historia tampoco se olvida de las producciones culturales contemporáneas, incluyendo los nuevos artistas argentinos. El equipo directivo esta constituído por Carlos Santos, Fernando Vugman y Jorge Wolff y entre los miembros del comité de redacción están nuestros amigos Raúl Antelo, Edgardo H. Berg, Mario Cámara, Florencia Garramuño, Idelber Avelar, Silviano Santiago, Ana Cecilia Olmos.


http://www3.unisul.br/paginas/ensino/pos/linguagem/critica/0402/00.htm.

viernes, 2 de abril de 2010

GABO FERRO por Joaquín Correa



Notas sobre Gabo Ferro
por Joaquín Correa
(fotografía de Lucía Muraca)


Un mito fundacional

La mayoría de las entrevistas, notas o reseñas acerca de Gabo Ferro se refieren, de modo más o menos extenso, a su paso por el hardcore en los años noventa con Porco, recalcando con ello varios elementos: su trayectoria musical, sus diversas actividades durante los años silenciosos y el vuelco que dio su carrera (tanto en el aspecto musical como en el poético):
La historia reciente del autor se sintetiza en una extraña cadena de sucesos: el 31 de marzo de 1997, en el Hotel Bauen, Gabo enmudeció (literalmente) en el tercer tema del último show de Porco, banda de la que fue un performer revulsivo y un ideólogo detallista. Esa noche salió corriendo por Callao y, al día siguiente, comenzó a cursar Historia en la Universidad de Buenos Aires. (Rolling Stone, julio de 2005, 36)
La anécdota es una pieza temprana de la definición de Gabo Ferro en tanto artista y agente cultural: aquel músico que frente al supuesto éxito enmudece en medio de un show y se refugia dentro de otro círculo, en principio totalmente ajeno. Metáfora que se entronca dentro del pensamiento de la circulación y la concepción del disco como objeto documental y, sobre todo, artístico, y que, al mismo tiempo, da como resultado el principio de la diferenciación entre la música y la industria musical. Una escena, en fin, que identifica a Gabo Ferro y que justifica a su proyecto y a la concepción (alumbramiento y reflexión) de éste.

Circuitos de producción

Sus cuatro primeros discos fueron editados de forma independiente (los tres primeros bajo el sello Azione artigianale, perteneciente a los músicos de Pez y que se plantea como un emprendimiento de músicos por y para músicos; mientras que el cuarto, en cambio, lo editó sin siquiera sello), al tiempo que, de algunos de ellos, publicó un registro en vivo, un “pirata oficial”. Sus circuitos de circulación son específicos y conscientes, manteniendo en ellos directa participación y responsabilidad. El artista está decidiendo el rumbo y los lugares de inserción de su obra: ninguna presentación se encuentra fuera de la órbita de sus producciones ni de las “expectativas de lectura” de sus receptores. Su pensamiento quiere abarcar todo el proceso de circulación de la obra, desde la producción en tal o cual lugar, bajo tal sello y en tales condiciones, hasta la decisión sobre en qué lugares tocar y bajo qué expectativas o público. El texto que sirve a modo de tapa de su segundo disco, Todo lo sólido se desvanece en el aire, funciona en este sentido como su manifiesto:
(…)
¿Qué nos hizo perder de vista –si bien las acompañan más o menos sinceramente dependiendo de cada caso- la imaginería, las agencias, los medios masivos de difusión y comunicación, los productores full time, los diseños gráficos, los sponsors y las compañías discográficas que hacen los discos pero no las canciones? ¿Por qué algunos músicos se representan en imágenes antes de imaginarse su mejor canción? ¿Qué nos lleva a pensar en fotografías o en dibujos como una cuestión obligatoria para un disco?
Se ha establecido un patrón de producción que apunta a instalar por un determinado período de tiempo un solo arte, una sola imagen plástica, una sola música, en definitiva, una sola canción que, lejos de resultar democratizante, resulta anuladora de identidades.
Que no se confunda lo fundamental con lo accesorio. Un disco son canciones; un disco es música. Lo demás es agua que se evapora en el aire. (Gabo Ferro, 2006)
Agua blanca, pato negro: el total despojamiento, el regreso a la música, al disco, junto a la negación de todo el aparato que se monta a partir del momento posterior a la canción. Sitúa a Marx y Engels en la portada del disco, en su título y también dentro de él con una cita del Manifiesto Comunista: gesto tildado de inútil en tanto proclama política, decepcionante1 y hasta en cierto modo vanidoso, cuando inicialmente fue pensado y diseñado como una declaración de principios del artista, una “política editorial” y productiva, la explicitación de su pensamiento sobre el arte y la cultura dentro de la sociedad capitalista. Tales palabras ponen de manifiesto tanto la consciencia del medio y de los medios, de la lógica del campo y su funcionamiento, como también el poder crítico y subversivo que puede atribuirse el arte mismo desde su propia enunciación y presentación en tanto arte-facto.
Cómo quiero que me escuchen: la palabra en acto, tomando forma, situándose desde el nacimiento del canto mismo.

La música y el disco

A partir de todo lo antedicho parecería aventurarse que su poética estaría basada en el canto revolucionario, siguiendo el estilo de la canción de protesta o de los trovadores de los sesenta a esta parte. Y sin embargo, no: sus letras colocan el foco en el amor, en el universo particular que crea y configura. Y aun así, su bagaje intelectual, su posición ideológica y su trayectoria académica no se mantienen al margen y podrían rastrearse en la utilización y selección de ciertas palabras, de ciertos tópicos y situaciones.
Todos los discos poseen un breve texto que explica la razón del título, y en el caso de dos de ellos se encarga de definirlos como “documentales”. Los títulos son el elemento que encuadra a las canciones, anticipando o sintetizando su tono predominante.
Canciones que un hombre no debería cantar (2005)
La portada lo muestra a Gabo en un primerísimo primer plano, sobre cuyos labios cae una flor blanca (margarita, quizás). Las fotos del libro pertenecen todas al proceso de grabación y en su justificación dice lo siguiente:
“¡Un hombre no debería cantar cosas así!” declaraba escandalizada Edith Piaf en 1959 después de escuchar interpretar a Jacques Brel Ne me quitte pas. Allí Brel interpretaba a un hombre que suplicaba no ser abandonado bajo palabra de reducirse casi a la nada. ¿Qué escandalizaba a la Piaf? ¿Acaso ver a un hombre en el lugar que cierta (gran) parte de la sociedad y la cultura venían (con pocas excepciones) colocando a la mujer? ¿Qué cosas deberíamos, entonces, cantar los hombres?
Planteo revolucionario desde el punto de vista del deber ser, del deber decir y expresarse permitido por la sociedad y sus estereotipos. De allí, un disco documental sobre el amor, sobre temas y modos que, colocados históricamente en la mujer, parecen ridículos, cursis o sensibleros en la voz del hombre. Ópera prima dedicada a presentarse en el campo con una poética: instaurar su modo de decir, negando el silencio establecido por lo inadecuado para el sexo: “Las canciones de ese disco no estaban dentro de un género definido y me pareció que todas se tejían bien entre ellas porque todas eran inconvenientes en mi boca, porque era un varón”.
Las letras exploran los diferentes estadíos amorosos junto con otros aspectos más generales del hombre: desde la separación, la depresión y sus ansiolíticos, hasta la narración de historias familiares marcadas por el secreto de la homosexualidad. “El amigo de mi padre”, en tal sentido, resulta interesante al momento de pensar la producción de Gabo y los corrimientos o suturas en el vínculo realidad – ficción. Al definirse como canciones de autor, el yo que éstas presentan se desdibujan con la figura de autor que aparece impresa en la portada, dando lugar con ello a la confusión de la vida y la obra. Así, las alusiones a la familia, las relaciones amorosas o varios de sus tópicos recurrentes (el jardín, la noche, el niño, la infancia, los animales) toman otro cariz, relacionándose directamente con su figura o perdiéndose en registros sin posibilidad de categorizaciones arbitrarias.
El verbo utilitario es negado y desterrado de la relación amorosa (en “El amor no se hace”) según la acepción moderna, industrial y productiva: capitalista y colonial, situando con ello al amor en la antípoda de lo productivo, como algo ajeno a los parámetros de la oferta y la demanda. Una canción desde la antítesis, que deconstruye uno de los principales modos de decir el amor. Una canción que conjuga al hombre artista con el hombre intelectual y que abre el camino hacia lo que sería la tan controvertida edición de su siguiente disco.

Todo lo sólido se desvanece en el aire (2006)
Disco totalmente blanco marcado sólo por el negro de las letras, muchas de ellas de filiación marxista. Ante el no-arte de edición las posibilidades de atribuir una justificación precisa se diversifican: decir, enunciar, declarar, declamar, silenciar, legitimar, replicar, contradecir. En todo caso, evidencian la conciencia del artista del campo cultural y las leyes que lo rigen en tanto se (lo) define como mercancía: realidad evitada de un espacio que se pretendía autónomo:
¿Qué debatirías en la música?
Las maneras de producción. Lo primero que hacen las nuevas bandas es colgar en internet una foto ¡sin instrumentos! Los deseos de muchas grandes bandas es firmar con un sello cuyos catálogos los deshonran. Yo soy muchísimo más ambicioso que todos: yo trabajo para la historia (Entrevista Viva)
Una vez más vuelve a cantar aquello vedado para el hombre, sentimientos amorosos dicotomizados en el polo negativo de lo femenino. Se suma aquí la narración muy peculiar de un diálogo (una plegaria de) con Dios, el desarrollo de imágenes muy concentradas y hermosas relacionadas con la naturaleza y la profundización en el tópico de la muerte.
Tres canciones voy a recalcar, unidas por una idea similar pero de constitución diversa. La primera de ellas es “Costurera y carpintero”: mediante la narración de una historia se invierten los roles asignados (históricamente) al hombre y la mujer, dando lugar a la eliminación de prejuicios y originando a partir de allí a un nuevo sujeto híbrido que hace frente a los convencionalismos y sus imposiciones:
Me enamoraré de una buena costurera / una mujer diestra, una buena mujer con cuerpo de niño y manos bien dispuestas. / Yo la amaré y la protegeré. De todo el terror de la naturaleza, / ella me amará y coserá para mí los mejores vestidos para mis muñecas. // Ella será sabia y sabrá sonreír cuando le griten niño costurera, / dirá que nada importa si estamos enteros. / Niño costurera y niña carpintero.
Desde las figuras casi infantiles, tradicionales, de taller, se dirige hacia la crítica de lo impuesto. El relato sirve para decir algo más: “usar algunas cosas casi de la microhistoria, es decir, tomar un suceso chiquitito para hablar del problema grande”.
La otra canción es “Si es hombre”, donde nuevamente se plantea el hecho del deber ser y sus límites sexuales permitidos. Un soldadito que se encuentra entre el recuerdo de las canciones de la madre y la bandera de guerra, hacia el cual se dirige la voz, diciendo:
Y cante fuerte vencedor / y cántele a sus mujeres / que ellas saben transformar / todo el dolor que les duele. // Llore mucho peleador / y cuente que le contaron / para poder combinar / ser asesino y cristiano. //Adórnese con flores / todo el pelo. Deje de ser soldado. / Sea un hombre entero.
Consejos para el hombre asesino y cristiano: la posibilidad de asumir otra naturaleza, aquella de la infancia, aquella quizás auténtica por inocente, por su bondad y por la sociabilización primaria cerca de la madre, cerca de la vida, el tiempo y el mundo.
Por último, pero también en la misma dirección, se encuentra el relato de una microhistoria de carácter lésbico (“La cabeza de la novia cayó”). Allí se narra el fallido casamiento y posterior asesinato de una novia junto con su amante. Utilizando un lenguaje arrancado –para nada plano- de los discursos ajenos (desde la poeticidad con falsa inocencia hasta la xenofobia con tintes médicos), pinta de modo magistral situaciones, diálogos e imágenes de un fresco potente y revolucionario desde lo temático hasta lo narrativo – compositivo. Una microhistoria más, de igual intención pero de un tono mucho más agresivo, que contempla audazmente a las instituciones y pilares de la sociedad (el casamiento, la iglesia, el ser heterosexual).

Mañana no debe seguir siendo esto (2007)
El siguiente disco muestra en la tapa a Gabo en un primer plano, con los ojos delineados y cantando. Las fotos del interior o son de instrumentos (la guitarra predomina sobre el diseño) o están centradas en la acción de tocarlos. Con esta idea parece hacer hincapié de modo visual (como antes lo había hecho desde lo textual) en la música, la acción de cantar y de tocar instrumentos. Las fotos no escenifican nada, ni son tomas de poses: son, simplemente, la música en movimiento, en acción, la música en estado.
El texto que acompaña a las letras expresa lo siguiente: “Este es un disco con el amor como tema central de un universo romántico clásico; la naturaleza, la noche y el destino trágico de las cosas como escenario profundo de un yo –que somos nosotros- que se resiste a que mañana siga siendo esto”. Las canciones, así, se internarán en el mundo amoroso, en varias de sus facetas. Se afianzan sus tópicos, sus narraciones, la descripción de imágenes y parábolas.
Nuevamente el decir aquello ajeno al hombre, y en este caso desde una constelación de elementos cuyas raíces se encuentran en otro siglo, con la intención de huir así de los clichés, único modo que parecía aceptado y permitido para hablar del amor:
–Mañana no debe seguir siendo esto... otro título que, como su segundo disco (Todo lo sólido se desvanece en el aire), alude a este juego entre pasado y presente.
–En este disco quería tratar el tema del amor, hacer una pirueta semántica para hablar de él, sin caer en el tú me amas y el yo te amo. Lo que hice fue pararme en lugares de la historia y ver dónde estaba el amor... en los ’60 no, porque ahora encima existe esto que la industria llama neofolk, y entonces me fui al romanticismo alemán del siglo XIX, y empecé a componer bajo la estructura de la naturaleza, la noche, la muerte, el folklore o la religión. Quería usar un título que estuviera casi vacío para que quien lo leyera pudiera cargarlo con su propio significado... la verdad es que el secreto del título está en la palabra “esto”, porque mi “esto” seguro que no es el mismo que el suyo. (Entrevista Página 12)
Y una vez más el desafío a la industria, a lo esperado por ella, a lo impuesto que se siente en el decir, en la expresión, en lo permitido para poder vender. Un nuevo gesto de independencia que vuelve a la tradición para esquivar imposiciones: la revisión y relectura en busca de algo que diga sin la predisposición innata al consumo: la negación de la moda.

Amar, temer, partir (2008)
Manifestación de la intención del músico de editar un disco por año, ignorando con ello las imposiciones del mercado y sus procesos de circulación y recepción. Todo el material, previamente inédito, fue grabado en vivo en dos conciertos: allí, otra cualidad de su batallar. Canciones inéditas para un público que las desconocía; sin coros, por tanto, con un clima totalmente silencioso, de expectación. El artista no espera que coreen sus temas, el artista hace su show pretendiendo que lo escuchen íntegro.

Notas
1 “El texto, en relación con las canciones, decepciona doblemente. Primero porque así, lejos de eliminar las mediaciones, para él accesorias, entre la música y el oyente, no hace más que interponer otras, aun más opacas. Pero además porque del texto se desprende una añoranza por un pasado más firme (que no se deduce de la cita de Marx y Engels) que podría imprimir a algunas de las canciones una nostalgia ingenua por un mundo pre-urbano, pre-tecnológico, pre-capitalista, y así .” Crítica a Todo lo sólido se desvanece en el aire de Patricio Orellana, Rolling Stone. S/d.
2 Grabados en escasos días (uno o dos), a contrapelo de las industrias discográficas y sus procesos de fabricación del producto. Gabo Ferro postula la producción en vivo de sus discos, trabajando en el estudio, con una idea guía que refleja el tono del disco y su atmósfera.
3 Ana Laura Pérez, “Entrevista a Gabo Ferro. El que merece amor”, en Revista Viva, nº 1695, domingo 26 – 10- 2008.
4 Cristina Vitale, “Entrevista a Gabo Ferro. Las canciones del trovador moderno”, en Página 12, Viernes 19 de Octubre de 2007.

martes, 23 de marzo de 2010

Se publicó en Pittsburgh el nuevo libro sobre Arturo Carrera



Ficha: Nancy Fernández y Juan Duchesne, eds., La poesía de Arturo Carrera. Antología de la obra y la crítica. Pittsburgh: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2010, 396 pp. ISBN 978-1-930744-35-6.
Introducción y prólogo a cargo de Juan Duchesne y Nancy Fernández. Los trabajos críticos nos fueron cedidos por Raúl Antelo, Ricardo Corona, Mario Cámara, Joaquín Correa, Sergio Chejfec, Nora Dominguez, Romina Freschi, Tamara Kamenzsain, Reinaldo Laddagga, Daniel Link, Anahí Mallol, Silvio Mattoni, Alan Pauls, Paula Siganevich, Saúl Sosnowski, Ariel Schettini, Diego Vecchio, Joca Wolff ; solicitamos permiso a Tamara para publicar una nota de Héctor Libertella y a Arturo para sacar unas líneas de Osvaldo Lamborghini.

viernes, 5 de marzo de 2010

BARÓN BIZA vía Ferrer (por Sebastián Hernaiz)












Notas sobre Barón Biza, el inmoralista, de Christian Ferrer[i]


(*) Sebastián Hernaiz


1 - en primera

Hace un tiempo, Juan Pablo Liefeld me invitó a escribir un ensayo sobre el Barón Biza de Christian Ferrer para
una revista que estaba planeando. Por eso escribo estas páginas. Y empezarlas así no es capricho, sino el modo que creo ajustado a los fines de este texto: escribir sobre Ferrer.

A fines del año pasado, con su lúcida y perfectamente desprolija prosa,
Liefeld también escribió sobre este libro y este autor. En su ensayo empezaba contando cómo había llegado él mismo a leer algunos de los textos de Ferrer, y cómo a escuchar sus clases y algunas charlas y conferencias. Tal vez sea pertinente, entonces, para empezar, decir que en alguna medida con Juan Pablo lo primero que nos cruzó en simpatías fue el gusto por textos de Ferrer y algunos de sus compañeros de generación, como los de la revista El ojo mocho, donde compartía plantel con María Pía López, Eduardo Rinesi y Guillermo Korn, entre otros muchos. Con varios de esos nombres sobre una mesa, apilados al lado de cervezas y cigarrillos en forma de libros, revistas o fotocopias, no faltaron, desde entonces, noches en que los hiciéramos parte de charlas ebrias junto a Diego Cousido, Hernán Sassi o Juan Leotta, entre algunos otros amigos con los que nos juntábamos a divagar y emborracharnos: noches eternas que con los pasos quebrados de la vida se fueron sucediendo e interrumpiendo.
Para empezar a escribir sobre un libro de Ferrer, lo primero que habría que tener en cuenta es que no puede significar poco que un texto –los textos de Ferrer, en este caso- haya podido funcionar como un canal de comunicación para la amistad, de un modo que es afectuoso e intelectual, al mismo tiempo, como una cosa única que se extiende en charlas y escritos.
Por eso, cuando Juan Pablo me invitó a escribir, sólo quise decir que sí.

2 - la curiosidad y las disgresiones

Empezar en primera persona para hablar de un libro de Christian Ferrer no es casual o capricho. Es el modo que sus libros parecieran pedir. Porque el propio Ferrer se presenta, en su libro, como una primera persona que, sin caer en el egotismo exhibicionista, se da a conocer sin ocultarse tras la objetividad del escriba distanciado. Ferrer escribe como dándose a conocer, presentándose a sí mismo como sujeto atravesado por la historia y los lazos sociales que lo constituyen y hacen del individuo un hecho comunitario. El diálogo que abre el autor queda entablado inevitablemente desde ese lugar. No hay un objeto de estudio cauterizado que aflora de la investigación minuciosa. Hay investigación, sí, y por demás minuciosa y documentada, pero lo que se escribe no es el informe sobre un objeto de estudio. Lo que se escribe es la historia que surge de múltiples encuentros: “¿Qué sabía de Barón Biza cuando encontré sus libros?” se pregunta al comienzo del texto. La pregunta es central en el modus epistemológico y constructivo del libro. Para Ferrer, su anécdota individual amerita ser contada, porque en su itinerario personal destella con claridad la forma en que una sociedad digirió los libros y la historia de Barón Biza, y como esa, otras tantas historias y libros.
Pronto entendemos que Barón Biza - El inmoralista será un libro lleno de potentes disgresiones. Ferrer recuerda haber llegado al nombre de Barón Biza por comentarios escuchados en librerías de viejo; en librerías de viejo que serán luego el único lugar donde encuentre libros de Barón Biza. Comentarios y libros residuales: a partir de estos datos Ferrer se permite, entonces, una primera disgresión: se abre el espacio para reflexionar sobre el lugar y la función social de las librerías de viejo hoy día. El libro que lleva por título Barón Biza muestra pronto una de sus costuras: la vida pública de Barón Biza es un cordel alrededor del cual la capacidad narrativa y reflexiva de Ferrer irá entretejiendo disgresiones sobre distintos fenómenos que ameritan ser relatados.
En librerías de viejo encuentra Ferrer los libros de Barón Biza, y allí también escucha el nombre y las historias que lo impregnaban. Porque Barón Biza, luego de su muerte y su desaparición de la escena pública, fue durante mucho tiempo eso: una leyenda balbuceada en los subsuelos, un relato entre el polvo de los libros usados. Este estado de la historia seduce a Ferrer, que escucha las voces bajas y repone el origen del relato: “su nombre venía engarzado a episodios tormentosos pero cuya consistencia era casi exclusivamente oral
[1]. Son innumerables las anécdotas que se le atribuyen. Cuántas son ficticias o auténticas es imposible saberlo ya. Llega un momento en que los mitos se independizan de su fuente. Su obra, al fin, se licuó en dos géneros menores: la crónica negra de la literatura y los rumores que suelen deslizar los seres de la trasnoche”.

3 - un hombre inverosímil

A poco de comenzar su libro, Ferrer recuerda una nota que sale en un diario como comentario de la primera novela de Barón Biza. Decía el diario: “Barón Biza es un hombre extraño e inverosímil
[2]”. De inmediato resulta interesante el efecto que podía generar Barón Biza entre sus contemporáneos: “un hombre inverosímil”, dice el periodista. No se dice en el diario “una novela inverosímil”, se dice “un hombre”. “Un hombre inverosímil”. ¿Cómo puede, un hombre, ser inverosímil?
Es famoso un comentario, una paradoja similar. En un café dos hombres juegan ajedrez. Hace unos meses hubo en la ciudad un alzamiento militar que fue reprimido con violencia por las fuerzas estatales. Saldo de la refriega hubo varios fusilados. En el bar hace calor. Un hombre dice, al pasar: “-Hay un fusilado que vive”. La paradoja se convertirá con los meses en un libro fundamental. Estamos hablando, claro, de Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, donde todo comienza de una “historia increíble” que se “cree en el acto”. La potencia de lo inverosímil.
El antecedente no es menor y acaso ahí se encuentre uno de los afluentes de la tradición que alimenta el libro de Ferrer: escribir sobre la verificable existencia de un hombre inverosímil; escribir sobre los mecanismos sociales, sobre las formas de la sociedad que hacen de un miembro de ésta, un hombre inverosímil.
El relato que hace Ferrer de la vida de Barón Biza –“de ciertos momentos en que sus acciones la hicieron notoria ante la opinión pública”- no es ni una exégesis ni una condena de la figura de Barón Biza. Es un intento de indagar el modo en que este hombre inverosímil fue posible y el modo en que entrelazó sus días con los de la sociedad argentina del siglo XX. No en vano Ferrer elige pronto recordar una frase que podría ser una respuesta a aquella esquela de periódico. Barón Biza escribió una vez: “Más que un anormal, soy un producto social”
Varias veces Ferrer hace alusión al “ser escritor” de Barón Biza. En varios momentos lo hace con un giro particular que se repite y que en su repetición echa luz sobre el modo de participar en lo social que entiende Ferrer que tenía Barón Biza. Dice, por ejemplo, “el propio Barón Biza durante la década de 1920 se presentó como escritor” o “El derecho de matar, de 1933, le concedería notoriedad pública, pero no hizo otra cosa con ese libro que presentarse en sociedad como si estuviera concurriendo a un duelo, y sin padrinos”. Barón Biza es escritor como un modo de participar de la sociedad, como un modo de presentarse en la sociedad.
La narración que hará Ferrer de este hombre inverosímil que se presenta como escritor se centrará en las relaciones sociales que constituyen al Barón Biza que se desprende del libro. Ya las relaciones familiares, ya las amorosas, ya las económicas, ya las culturales, ya las políticas. En el desglosar en capítulos distintos modos de la participación social encuentra su sentido el índice del libro: el padre; el rentista; el enamorado; el revolucionario.
Es significativo que el subtítulo elegido para el libro haya sido “El inmoralista”. Ese epíteto elegido para Barón Biza en el título es una apropiación de la categoría de inmoral que la sociedad que lo tuvo en su seno le indilgó. Sin embargo, a la hora de elegirle uno al interior del texto, Barón Biza aparece con otro epíteto: “Barón Biza, escritor”. La alternancia de los epítetos que se suman no son, sin embargo, un defasaje o un error. Juntos dan cuenta de Barón Biza y su sociedad: inmoralista y escritor, en ese arco, explican la autopercepción de Barón Biza y el modo en que circulaba entre sus contemporáneos. Escribe Ferrer “Barón Biza se proponía devolver a la sociedad una imagen cruel en el espejo. Un vómito.”

4 - suicidio y narración

Barón Biza se suicidó una noche del invierno de 1964. Antes de eso había sido escritor, trotamundos, exégeta yrigoyenista, radical revolucionario y forjista; había estado preso varias veces, se había casado con una estrella de Hollywood que moriría en un intento de proeza aeronáutica, había escrito injuriosas cartas al Papa, y se había retado a duelo con altos funcionarios gubernamentales; había tenido hijos, había erigido un monumento de corte fálico de mayor envergadura que el Obelisco, había estado exiliado, sido diplomático, hecho varias huelgas de hambre, tenido la concesión de algunos pasajes subterráneos de la ciudad de Buenos Aires y lo habían acusado de pornógrafo e inmoral. Además, poco antes de suicidarse, le tiró ácido corrosivo en la cara a su segunda mujer: la pedagoga feminista Clotilde Sabattini, de quien estaba separado hacía unos años.

La familia Barón Biza carga hoy con un historial de suicidios que no en vano pueden pensarse operando como sustrato en la novela de Jorge Barón, el hijo de Barón Biza: “Una gran corriente de consuelos afluyó hacia mí cuando se produjo el primer suicidio en la familia. Cuando se desencadenó el segundo, la corriente se convirtió en un océano vacilante y sin horizontes. Después del tercero, las personas corren a cerrar la ventana cada vez que entro a una habitación que está a más de tres pisos”.
Son muchas las figuras que se han suicidado en la Argentina. La generación de ensayistas a la que pertenece Ferrer se ha ocupado de algunos. Por afán de ejemplos: Eduardo Rinesi ha escrito con inteligencia una teoría de los límites del liberalismo como modo de relatar la vida y muerte de Lisandro de la Torre, y María Pía López hizo lo propio con las tensiones y pasajes que marcaron la vida y muerte de Leopoldo Lugones.
En ese libro sobre Lugones, Pía López escribe que el suicidio de un hombre parece obligar al gesto de lectura que mira retrospectivamente la vida como un relato en el que se buscan los indicios que expliquen ese acto último. Sobre el suicidio de Lugones también escribió Borges, pero, de algún modo, a la inversa. Ante los intentos de efecto explicativo de narrar una vida a la luz del suicidio que la cierra, Borges oponía la necesidad de reconocer lo complejo de los hechos y reconocer que uno cualquiera, el más nimio, puede ser el desencadenante de la decisión.
¿Qué hace Ferrer, en este sentido, con la narración de una vida que, sabemos, termina y se rodea de suicidios?
Ferrer recuerda también un texto de 1926 del propio Barón Biza: “Que todo suicida lleva en sí, obscuro y latente, el germen de su definitiva determinación es verdad que nadie pretenderá discutir, pero no hay duda de que el ambiente influye sobre él en forma notable”.
Ferrer escribirá la vida de este suicida. Escribirá los momentos de la vida de este escritor suicida que resonaron en la vida pública, escribirá los momentos de la vida de este escritor aristócrata, revolucionario y suicida que la sociedad admira y condena. La narración de esta vida, para Ferrer, será un modo de pensar una biografía, una obra literaria y la historia nacional. Ferrer narra esta vida, releyendo a contrapelo algunos hechos de visibilidad pública: “fue noticia de diario intermitente a lo largo de su vida”. Es claro que Ferrer no intenta condenar ni rescatar la figura de Barón Biza. Su interés, vamos viendo con el sucederse de las páginas, reside en lo público, en la sociedad de la que formó parte Barón Biza, y en el modo de insertarse Barón Biza en ella.
En librerías de viejo, decíamos al principio, Ferrer accede al mito Barón Biza, al rumor noctivago. Pero más allá de algún pasaje en una disgresión, el libro no es un homenaje a librerías. Sí es un homenaje a Jorge Barón. El primer capítulo del libro es el relato de la vida, no de Barón Biza, sino de su hijo, Jorge Barón, el autor de la novela El desierto y su semilla. Ese capítulo relata cómo Ferrer y Jorge Barón se conocen, y cómo éste le brinda, le dona, un cuantioso archivo sobre su padre. Acaso fuera un pedido de que se escribiera este libro: “Todo me lo envió por correo a Buenos Aires. Había confiado en mí. Pero también era evidente que esperaba que yo escribiera sobre Barón Biza”.
Ferrer escribe el libro para cumplir con lo que Jorge Barón esperaba. “Era un caballero”, dice Ferrer. Y el libro tiene el tono de la fraternidad sentida. Ferrer reconoce a Jorge Barón como destinatario privilegiado de su libro, al que considera “un informe confidendial”. Si Jorge Barón funciona como interlocutor privilegiado que sostiene el susurro del libro, su novela opera en el libro de Ferrer como un prisma que carga de grumosa textura las cosas evitando recaer en el intento explicativo lineal que olvide la múltiple y compleja forma de lo real.
El 9 de septiembre del 2001, Jorge Barón, el hijo de Raúl Barón Biza, se suicidó, también él. Dos años antes había dicho: “Mi padre, un ser desconcertante al que quiero; mi madre, un ser maravilloso al que adoro”. La dignidad de las palabras de Jorge Barón resuenan en el carácter de homenaje a él que el libro de Ferrer, a su modo, es.

Narrar las apariciones públicas de Barón Biza, del aristócrata excéntrico, del rabioso, arbitrario y megalómano inmoralista, puede tentar a la pluma al ejercicio fácil de festejar las anécdotas hiperbólicas y estridentes. Pero el recuerdo de Jorge Barón atraviesa todo el libro recortándose como fondo ético, dándole una sensible carnadura a las historias que narra Ferrer. No se reivindica ni se condena. Barón Biza es en el libro de Ferrer tanto el atractivo personaje que pone en ropa de pordioseros a la aristocracia argentina, como el personaje siniestro que una noche fría desfigura la cara de Clotilde Sabattini, su ex mujer, la madre de Jorge Barón.

5 - la historia narrada: tragedia y ceremonia

Escribir no es otra cosa que ensayar un modo de narrar la historia. Cualquier intento, desde la prosa intimista hasta los versos panfletarios, cualquier palabra que reordene esta lengua que nos entrelaza diariamente no es acaso otra cosa que un intento, un ensayo, un modo de participar en el relato de la historia de la sociedad de la que participamos. Escribir es eso, y es, además, muchas otras cosas. El libro de Ferrer, así, además de otras cosas que también es, es un relato de la historia nacional. Y al serlo lo es, como todo relato, en discusión con otros. En dramática tensión con otros. Y este libro no sólo no oculta ser esto, sino que lo exhibe, como ars poetica, y como ars politica: “(había) un programa de televisión que exhibía fragmentariamente distintos acontecimientos del siglo. Se llamaba ´Siglo XX Cambalache´ y su conductora, Teté Coustarot, una ex Reina de la Manzana, se dedicaba a restarle dramaticidad a la historia argentina con palabras ceremoniales y pomposas”. La mirada de Ferrer es clara. La historia argentina es principalmente drama. Ferrer se aboca en su libro a narrarla así, confrontando en ese impulso con el relato pomposo y ceremonial que oblitera el barro conflictivo de la historia.
En este sentido, se torna relevante el compromiso con la escritura que se lee en cada modulación, en la sintaxis nunca repetitiva, en el léxico original y frondoso, y en el trabajo que hay tras cada adjetivo que la prosa de Ferrer nos ofrece. Se torna relevante el compromiso que se lee en la puntuación que alterna la fluidez con giros de filiación neobarrosa: “la mácula se le había adherido como una rémora”. El compromiso que se lee en la intermitente crispación sustantivada que recuerda a los mejores momentos de David Viñas: frases sentenciosas e iluminadoras, incrustadas en medio de un párrafo como “Señoritismo austral y modelitos Chanel” no pueden ser sino un homenaje al escritor y crítico bajo cuya ala se han formado no pocos intelectuales de la generación de Ferrer. Compromiso con la escritura, entonces: como también se lee en el sutil y productivo trabajo con los intertextos literarios que devienen herramientas para el pensamiento, como se puede leer en el parágrafo del libro de Ferrer que comienza “En cada época hay caminos obligados para llegar a ser autor consagrado pero las derivas que asume la ´autoría negra´ son variadas y todas ellas personales”, donde es imposible no leer, bajo una mediación borgeana, una prosa que se alimenta de la estructura del famoso principio de Anna Karenina: “Las familias felices son todas iguales; las familias infelices lo son cada una a su manera”. En Ferrer, el uso de la tradición literaria no es un relleno o un modo de volver pomposa la prosa. No. Lo interesante del trabajo se da al encontrar en un excelente comienzo de novela un modo de entender al mundo.

Es interesante, también, un modo del pensamiento de Ferrer que hace oscilar su relato entre la sucesión de los hechos del pasado y el traer a colación vestigios, ruinas, restos que son modos en que el pasado insiste en ser parte del presente. Así, vuelve a ser significativo que el primer lugar donde se asiente la investigación sean las librerías de viejo: “Primero lo busqué en librerías de viejo, el único lugar del mundo donde todavía puede ser hallada su obra. El continente sumergido de las librerías de viejo está abarrotado de la resaca de otras épocas. Todo conduce hacia sus orillas, por mareas o en cuentagotas. Parecen antros, pero son palacios desvencijados, catacumbas donde se marchitan estilos y autores encallados hace ya mucho tiempo”. Pero no sólo las librerías de viejo conservan huellas de la historia. Así, por ejemplo, tras presentar en una breve semblanza a Carola Lorenzini, quien en 1940 se convertiría en la primera mujer que une las catorce provincias argentinas en un vuelo, Ferrer comenta, en oración aparte, intercalada en medio del párrafo memorioso: “Hoy sólo la recuerda una calle de Buenos Aires y una estampilla”. El gesto se repite de modo programático. Al narrar las rebeliones frustradas de radicales yrigoyenistas de principios de la década de 1930, insiste: “El único rastro físico de la sublevación de fines de 1933 quedó en una estancia privada de Bonpland: un monolito que recuerda el nombre de doce de los caídos”. Una calle, una estampilla y un monolito: son formas en que el presente exhibe su sedimiento histórico para quien lo mira con ojos que reniegan de las inflexiones pomposas y ceremoniales. Ferrer recorre, perseverante, estos modos del relato de la historia (las estampillas, las monedas, las ruinas). Su práctica es una elección: pensar el presente a contrapelo para reescribirlo en la clave del lenguaje que hace políticamente potente la narración de la historia nacional: el lenguaje de una historia dramática, sostenida en la tragedia que subyacen siempre detrás de las caras pulcras del contractualismo constitucional.
Si la historia argentina es dramática, también lo es narrarla. La historia de la narración de la historia nacional –que es parte, a su vez, de la propia historia nacional- es dramática y cruje en grietas intermitentes. Grietas que forman la historia de la resistencia, por un lado, y grietas que agujerean como capítulos ausentes el relato oficial. La narración que hace Ferrer de la vida de Barón Biza es un prisma que reordena ese relato, agrietándolo y eligiendo recorrer los momentos en que Barón Biza participa de períodos elididos, no narrados o tapizados en el relato hegemónico. Así, por ejemplo, leemos que “Hubo un tiempo en que la Unión Cívica Radical era algo más que un partido político, era una causa nacional y popular. Ya es tema de paleontólogos. Pero cuando sucedió el golpe de Estado del general Uriburu, en 1930, fueron ellos los que se lanzaron a la calle en defensa de la causa y de Hipólito Yrigoyen. En ese tiempo había muchos hombres dispuestos a morir matando en su nombre. Fracasaron, y casi nadie quiso conmemorar su gesta. Barón Biza estuvo entreverado en esas patriadas que conforman un capítulo perdido del libro de la historia de la nación, las sublevaciones yrigoyenistas”.
Este tipo de rememoración de gestas sociales olvidadas, tanto por la historiografía hegemónica como por la memoria colectiva que se organiza en el presente, es de particular interés para el escandido del texto de Ferrer. Las reconstrucciones y los señalamientos al olvido se multiplican: “al Moscú de la Rusia Comunista viajarían Orestes Ghioldi y Vittorio Codovilla, nombres de dirigentes comunistas de la época heroica del partido que a nadie interesan ya” o “existió una resistencia recalcitrante y arriesgada contra los gobiernos de los generales Uriburu y Justo que ha sido despreciada u olvidada. Muy pocos se han detenido en estos acontecimientos turbulentos que se llevaron un centenar de vidas”.

6 – paratexto y escandido: los dijes enhebrados del relato

Sobre el final del libro nos encontramos con una última parte, de carácter paratextual. Ferrer allí no se abandona al rigor del género y las formas, sino que se embarca en la intervención crítica sobre el uso y señalamiento de la bibliografía, sobre la forma de organizar un índice temático y uno onomástico. El modo del paratexto en Ferrer conlleva una política del pensar: se percibe en el afecto y los reconocimientos; se percibe en la práctica de una bibliografía relatada más como consejo para quien lo pida que como ostentación de erudición vacua; y se percibe en la lógica de epítetos que se encuentra en el índice onomástico. Si Borges había intentado narrar con dos o tres escenas la vida infame de algún hombre, Ferrer en pocas palabras intenta resumir la de todos los personajes que nombra en su libro. Así, abarca un espectro de opciones que van desde un simple “Getulio Vargas, presidente del Brasil” a la exaltación política del tipo “Osvaldo Bayer, historiador libertario” y a la crítica política en “Leopoldo Lugones (hijo), hijo de Leopoldo Lugones, torturador y suicida”, pasando por el insulto furibundo a “Samuel ´Chiche` Gelblung, periodista mefistofélico”, la displicencia frente “Menem, nemen”, y llegando al juego simpático en “Otto Bemberg, cervecero y rico” y a la estocada humorística a “Teté Coustarot, reina de la Manzana”.

Poco antes, justo previo a los índices y bibliografías, no faltan, claro, “reconocimientos” a quienes colaboraron con el trabajo de hacer el libro. En uno de ellos, Ferrer escribe: “recuerdo que Micaela Krolovetzky me sugirió el arte de montar y desmontar los capítulos”. La mención no es menor. El libro de Ferrer se divide en once capítulos de significativos títulos (empiezan “El hijo”, “El padre”, pasan a “El potentado” y “El revolucionario” para llegar a “El pornógrafo”, “El intransigente”), y cada uno de estos capítulos se subdividen en breves parágrafos cuyo entrecortado y montaje le dan al libro su cadencia. Los parágrafos pueden ser desde un párrafo hasta dos carillas y alternan tres series diferentes que se van intercalando: la reposición y análisis de los libros de Barón Biza; el relato de la vida y circulación pública de Barón Biza; y la recuperación, en tono de disgresión, en muchos casos, de fragmentos de la historia argentina, de la filosofía europea o de la tradición libertaria que han “quedado en el olvido”.
El entretejido de fragmentos intermitentes, breves, que se cierran sobre sí como pequeñas gemas narrativas, construye los capítulos. Y es la alternancia del relato de las tres series (la vida de Barón Biza, el racconto de fragmentos de historia y de filosofía, la reposición crítica de los libros de Barón Biza) la que carga a las tres series de una trenzada densidad y construye la experiencia de lectura: la historia, la literatura y la vida son dijes que se enhebran en el relato de Ferrer, juntándose en una constelación narrativa, cargándose de sentidos unos a otro en su escandido acompasado.
Dicen que un buen director de cine debe ser también un gran artista del montaje. En el compás del entrecruce logrado a fuerza del trabajo fino del montaje de fragmentos de los capítulos, el libro de Ferrer encuentra su potencia narrativa, su elocuencia historiográfica y su belleza, ética, política y poética.

Notas
[1] Los registros no canónicos son la cantera de la que Ferrer gusta sacar materiales para su libro. Y en la acaso falsa dicotomía registro oral –registro escrito, la elección de la búsqueda es clara. En ese sentido, no sorprende encontrar sobre el final del libro dos letras de tangos dedicados a Barón Biza, cuya existencia Ferrer explica: “Una vida hecha del barro con que se amasan las leyendas dificilmente quedara sin registro sonoro” (201)
[2] No casualmente, Ferrer recuerda su acceso a un libro de Barón Biza: “Alguien me había dado aviso de que El derecho de matar estaba expuesto en la vidriera de una librería, en una esquina. Viajé hasta el partido de San Isidro para dar con el lugar vagamente inverosímil”. Como de un hombre, decir que un lugar es inversosímil es, sino un oxímoron, al menos una paradoja. Como Borges, en estas paradojas de la adjetivación se puede hurgar para narrar.
[i] Publicado originalmente en la revista tevoyaatornillar.com.ar, número 1, enero 2009