El porvenir de las tradiciones
"Un fantasma recorre el pensamiento crítico sobre la literatura: el de su fin. La renovada profecía apocalíptica, sin embargo, no arredra el progreso de estos papeles que, atentos a “la emergencia y la disputa de las escrituras múltiples”, desde “una mirada crítica, por momentos, descentrada”, interroga a la literatura sobre sus usos y fundamentos”.Ya desde el “Prólogo”, Edgardo Berg sintetiza el centro de gravedad del volumen con una serie de preguntas que lo atraviesan: “¿Cómo leer el tráfico literario por fuera de la práctica del link y de la vocinglería post? ¿Cuál es el lugar de la literatura en la actualidad? ¿Qué será de la literatura?”. Papeles en progreso II consta de cuatro partes: “I-Narrativas” (Correa, Berg, Mugica), “II-Poéticas” (Fernández, Mesa Gancedo, Cámara), “III-Interferencias” (Bollig, Wolf), “IV-Intervenciones” (Soberón, Kohan), que interpelan las ideas de “uso” y “tradición” a partir de un corpus que atraviesa el último medio siglo de nuestra literatura.
La primera parte abre con el ensayo “Silencio, destierro y astucia. Sobre la ‘Serie de los Irlandeses’ de Rodolfo J. Walsh” en el que Joaquín Correa desmonta la trama “geológica” que articula la tríada de cuentos. A la luz intertextual de Dublineses y de Retrato del artista adolescente, de James Joyce, y de precisos elementos tratados como micropartículas de “una pieza minimalista” (cuerpos, violencia, héroes, conciencia comunitaria y conciencia individual, adentro y afuera), Correa traza las líneas matrices de un sistema al que llamará, con acierto, “la pedagogía del desamparo”.
El trabajo de Edgardo Berg, “La duplicidad de lo real: Blanco nocturno de Ricardo Piglia” propone tres encuadres de aproximación a la novela: el de la mirada, el de la duplicidad y el del uso político del género policial. En esta lectura, la experiencia de lo visible (“mirar es mirar la relación entre las cosas”) no sólo funciona hacia el interior de la novela sino también hacia la reflexión teórica sobre el estatuto de la verdad y las condiciones de la ficción. En la “mirada bajo sospecha” que recae sobre los personajes descentrados (Croce y Luca Belladona) y en el “antiguo linaje literario” que culmina en el detective de Piglia, Berg encuentra las ficciones (paranoicas e identitarias) que filtran hacia la superficie una trama siempre oculta entretejida con la verdad y el poder. Esta duplicidad será una clave de lectura en la que “lo mellizo”, el símil y la duplicación establecen “dos historias”: aquella en la que “reside el enigma y se produce la tensión que mantiene el suspenso” y la otra en la que se descubre o se sugiere la verdad”. Los puntos de convergencia de esta dualidad (el enlace entre “la textualidad del autor y la historia de vida de sus personajes”, la actualización del debate “campo/ ciudad”, la puesta en superficie de una doble moral territorial y económica, el vínculo siempre renovado entre lo policial y lo político) serán la apuesta fuerte en la que tanto Berg como Piglia parecen apostar por “la permanencia de la literatura como interpelación social y experiencia crítica del mundo”.
En “Las teorías salvajes de Pola Oloixarac: una aproximación”, Fernanda Mugica apela a una ambiciosa concepción de “sintaxis” (“como arma de guerra”) para enfrentar la propuesta experimental de la autora. Poniendo a prueba categorías tradicionales previas a la “cultura del link” (espacio, tiempo, cita, referencia, alusión, narrador, metarreflexión, autorreferencia, collage, etc.), encuentra en la Buenos Aires atravesada por Google Earth, escenario de la novela, “una vuelta de tuerca al realismo” a partir de “lo real intervenido” y, en la continuidad entre la materialidad y la digitalidad, una aspiración oscilante que va del collage al compendio totalizador. Sin dejar de dialogar con “el trasfondo salvaje de las relaciones de nuestro presente” que Horacio González percibe en Las teorías salvajes y con esa “narradora hípereducada” que Beatriz Sarlo pone como eje de la novela de Pola Oloixarac, Mugica hace de su fascinación un itinerario de lectura signado por una sensibilidad poscontemporánea.
La sección “Poéticas” abre con “Algunas formas de la experiencia en Léonidas Lamborghini y Juan Laurentino Ortiz” de Nancy Fernández. El poeta urbano, signado por la historicidad, le permite una lectura de los usos de la tradición oral a través de su “poiesis” inclinada hacia el refrán, el tango y la gauchesca; el poeta de la naturaleza (no por eso exento de “razón mística”) le plantea, en su “opción por el margen” y sus “filiaciones”, los modos por los que fundar una tradición desde una trama “de continuo y en silencio” adquiere el valor de una libertad no negociable. Con estos ejes, Nancy Fernández indaga la categoría de tradición desde una concepción “dinámica y productiva” que, centrada en los tiempos de la literatura, desestabiliza los tiempos de la mera inmediatez.
“El tiempo del poema largo, ‘Las encantadas’ de Daniel Samoilovich”, de Daniel Mesa Gancedo, se detiene en los problemas teóricos que ese “género-forma”, el poema largo, “plantea a la escritura lírica” contemporánea. El poema, entendido como extensión, como duración, resulta aquí motivo de confrontación con el universo de la memoria, la historia, la lectura, la escritura. Remontando el proceso de creación del texto, Mesa Gancedo apela a lo extratextual como constitutivo del texto y encuentra en la voz del poeta Samoilovich, registrada por mecanismos tecnológicos, un artificio que colabora con el sentido.
El trabajo de Mario Cámara, “Poesía e historia en Punctum de Martín Gambarotta”, reflexiona sobre el contexto de aparición y la controversia (Saer-Desiderio, “zona”-“zanjita”) con las que el poemario interpela un ciclo histórico que escapa a la linealidad histórica y da el salto de los setenta a los noventa. La noción de “punctum” se enfrenta aquí no al tradicional “studium” sino a una renovada lectura del “spectrum”. El retorno de los setenta en los noventa, atravesado por cortes en el habla es, para Mario Cámara, materia prima fundamental para el abordaje de una poesía que reniega del exceso de literatura y que ha decidido una “apuesta por el fracaso”.
La tercera parte, “Interferencias”, se inaugura con “Washington Cucurto: cartonerismo, política y poesía” del inglés Ben Bollig. La mirada descentrada del crítico vislumbra en “la estética del robo” (“Borges era un chorro”, “Perón le roba la sonrisa a Gardel”) que Cucurto enarbola programáticamente una forma de “intervención política”. Los artificios del poeta vinculados al nombre de autor (la pseudonimia y la ficción autobiográfica) son el móvil inicial de un sistema de falsificaciones y clandestinidad que acaba por articularse en una teoría político-literaria, que por momentos parece una vindicación de la ilegalidad inmigratorio-contrabandista.
En “Josefina y Flora I. Posautonomía y crítica ficcional”, Jorge Wolf pone a discutir las propuestas teóricas de Josefina Ludmer (“posautonomía”) y Flora Süssekind (“crítica ficcional”). Con base en reflexiones surgidas de la propia literatura (Saer, Aira, Carvalho), Wolf enmarca el debate como parte del pensamiento abocado a las metamorfosis contemporáneas de la lectura-escritura. Las posturas de las autoras se convierte en terreno propicio para la verificación de una sospecha que las sobrevuela: enredada en la tensión entre la crítica como ficción y la ficción como crítica, la idea del fin de la especificidad literaria y la de la inquebrantable ética del valor quizá impidan ver, con su radicalidad, las historicidad evidente que las contamina.
“Intervenciones”, la sección que cierra el libro, consta de dos ensayos: “La novela sin tradición”, de Fabián Soberón, y “Novelas de frontera”, de Martín Kohan. Se trata de dos reflexiones sobre la novela en las que al asedio del “pos” se le impide la invasión irrestricta. Fronteras hacia adentro, desde Tucumán, Soberón propone, como si no fuera utópica, la fundación de una tradición futura. Las novelas Pretérito perfecto, de Hugo Foguet, La prisión de Bautista, de Dardo Nofal y Salven nuestras almas, de Samuel Schkolnik (junto a los cuentos de Juan José Hernández) son la plataforma de reacción contra un canon que percibe como impuesto. De espaldas a la metrópoli, Soberón hace de su deseo programático una necesidad (desterrar el costumbrismo y el prejuicio folclorista, disputarles la tradición a los tradicionalistas). La apuesta tiene de provinciana lo que de provocación: un gesto a destiempo que pugna, acaso como hasta hace poco Lamborghini, Libertella o Fogwill, por una literatura que no suele figurar en las Historias de la literatura argentina. Fronteras afuera, expandiendo el sentido de “tradición” que recorre el libro, Kohan elige dos novelas del mexicano Yuri Herrera, Trabajos del reino y Señales que precederán al fin del mundo, para desmantelar todos los lugares comunes sobre “la frontera” con los que se suele ocultar el hecho material y concreto de que los aparentes puntos de pasaje son, al mismo tiempo, límites territoriales, administrativos, estatales, culturales, jurídicos, aduaneros (y demás especies) con control monodireccional. La imporosidad de la frontera México-Estados Unidos será un motivo, el narcoimperio será otro, en los que Kohan ve una justificación referencial para el “encuadre premoderno” (“paradójica ‘lengua latina’, que ahora es marca del subalterno, la certera superioridad del ‘ejército más poderoso del mundo’”) con que Yuri estructura el universo representacional de estas novelas. En el tiempo del “pos”, mediante una institucionalidad no siempre legítima y arbitrada por otro, mediante ciertos sistemas en los que la “pertenencia” define la vida o la muerte, nos dice el autor de Dos veces junio, pareciera persistir un orden imperial-medieval sin contemplaciones.
En esta segunda entrega, el grupo de investigación “Literatura, política y cambio”, radicado en la Universidad Nacional de Mar del Plata, no sólo avanza en el estudio de la literatura argentina sino que, además, y quizá por sobre todas las cosas, pone en escena una concepción de crítica en la que la pluralidad de voces y perspectivas no es un postulado vacío y en la que el motor de la reflexión sigue siendo, antes que nada, la literatura".
Martín Pérez Calarco
No hay comentarios:
Publicar un comentario